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Pintura

Análisis de una obra

Masaccio, Trinidad
Imagen en Wikimedia Commons. Dominio público.

7.6. Masaccio, La Trinidad (1426-8)

La Trinidad se encuentra en la iglesia de Santa María Novella (Florencia). Este Fresco es el primer ejemplo de la aplicación a la pintura de la perspectiva lineal matemática. En un tabernáculo fingido aparecen los donantes, entre los cuales se abre una capilla fingida, cubierta por una bóveda acasetonada en perspectiva, a la entrada de la cual aparecen Dios padre, Cristo, la Virgen y S. Juan. La obra refleja además el interés de Masaccio por modelar los volúmenes y representar la profundidad espacial mediante el color y el sombreado.

Análisis de una obra

7.7. Fra Angelico, Anunciación del Museo del Prado (1425-6)

Es un temple sobre tabla. En un pórtico renacentista representado en perspectiva, la Virgen recibe del ángel el anuncio de su embarazo. Al fondo a la izquierda se representa la expulsión de Adán y Eva del paraíso, fuente del pecado original que el nacimiento de Cristo vendrá a reparar. La arquitectura en perspectiva nos sitúa en el renacimiento, pero la línea ondulada, la delicadeza de las figuras y el gusto por los detalles sigue dentro de la estética gótica.

Fra Angelico, Anunciación del Prado
Imagen de Museo Nacional del Prado. Autorización de uso educativo.

Análisis de una obra

7.8. Sandro Botticelli, La Primavera (hacia 1482)

La Primavera (hacia 1482) fue encargado por los Medici y pintado al temple sobre una tabla de grandes dimensiones. Se trata de una pintura de temática mitológica con un marcado tono alegórico. La escena se sitúa en un paisaje de ensueño: un bosquecillo repleto de flores y árboles cargados de naranjas. Preside la escena Venus, diosa del amor. Sobre ella su hijo Cupido apunta a ciegas su flecha hacia la parte izquierda del cuadro. En ella danzan las Tres Gracias, vestidas con ropajes vaporosos, mientras Mercurio con su caduceo despeja las nubes para preservar la primavera. A la derecha el viento Céfiro, el viento del oeste, típico de la primavera, rapta a la ninfa Cloris, que tras su matrimonio renace como la diosa Flora, la diosa de la primavera, que aparece justo a la izquierda.

Se han dado muchas interpretaciones del cuadro, desde lecturas filosóficas en clave neoplatónica hasta lecturas alusivas a la actualidad histórica y política del momento. En cualquier caso, parece claro que hay en la obra una reflexión sobre el amor, desde sus formas más espirituales a las más carnales.

Como en otras obras de Botticelli, destaca su dominio de la línea, sus ritmos ondulados y su elegancia.

Botticelli, La primavera
Sandro Botticelli, La primavera (hacia 1482). Galleria degli Uffizi (Florencia)
Imagen de Google Arts & Culture en Wikimedia Commons. Dominio público.

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7.9. Sandro Botticelli, El nacimiento de Venus (hacia 1483-5)

El nacimiento de Venus es un temple sobre tabla pintado en fechas cercanas a La Primavera y también por encargo de los Medici. De nuevo encontramos una obra de temática mitológica y tono alegórico. Venus desnuda en el centro nace del mar, engendrada por el esperma (simbólicamente la espuma) del dios Urano, castrado por Crono, padre de Zeus, del mismo modo que la belleza nace de la mente humana fertilizada por la divinidad. A su izquierda la recibe Flora y a su derecha asisten a la escena los padres de esta, el viento Céfiro, cuyo aliento agita suavemente toda la escena, y la ninfa Cloris.

Como en otras obras de Botticelli, destaca su dominio de la línea, sus ritmos ondulados y su elegancia.

Botticelli, Nacimiento de Venus
Sandro Botticelli, El nacimiento de Venus (hacia 1483-5). Galleria degli Uffizi (Florencia)
Imagen de Google Arts & Culture en Wikimedia Commons. Dominio público.

Análisis de una obra

Leonardo da Vinci, Virgen de las Rocas
Leonardo da Vinci, Virgen de las Rocas (1483-1486). Versión del Museo del Louvre (París).
Imagen en Wikimedia Commons. Dominio público.

7.16. Leonardo da Vinci, La Virgen de las Rocas (1483-1486)

La Virgen de las Rocas es considerada la primera obra maestra de Leonardo da Vinci. Se conservan al menos dos copias del cuadro. La del Museo del Louvre es considerada en general la versión original. Es un óleo sobre tabla, si bien posteriormente fue trasferida a lienzo. La otra versión, un óleo sobre tabla, se encuentra en la National Gallery de Londres.

Sobre un paisaje rocoso aparecen la Virgen, un ángel, San Juan Bautista y el niño Jesús, que es mostrado en actitud de bendecir. En el cuadro se muestran algunas de las características más propias del autor:

  • La composición triangular aporta equilibrio a la escena.
  • Se trata de uno de los primeros cuadros en los que el uso del sfumato y el claroscuro permiten a Leonardo representar la perspectiva aérea. En otras palabras, Leonardo consigue "pintar el aire".
  • Ambas técnicas combinadas contribuyen a crera una atmósfera de misterio, subrayada por el vaporoso paisaje rocoso del fondo.

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7.17. Leonardo da Vinci, La Última Cena (1495-1498)

La Última Cena es una pintura mural encargada por los dominicos para el refectorio de su convento de Santa Maria de las Gracias (Milán). Desde el punto de vista técnico supuso un fracaso. A Leonardo no le gustaba la técnica del fresco por la rapidez de ejecución que exigía. Por ello experimentó una técnica innovadora que le permitiera pintar al temple sobre el yeso. Esta técnica ha estropeado la conservación de la pintura, que nos ha llegado en malas condiciones. Pero desde el punto de vista artístico la obra es extraordinaria. Destacan dos elementos.

  • El primero es la hábil combinación de la perspectiva lineal y el tratamiento de la luz. Estas le permiten crear una perspectiva fingida que convierte la sala de la última cena en una prolongación del refectorio en el que está pintada, iluminada por los mismos focos de luz de la realidad.
  • El segundo elemento es la innovadora composición. Leonardo sitúa a Jesús solo en el centro y dispone a sus discípulos a sus lados en grupos de tres, plasmando sus reacciones ante el anuncio que hace de que uno de ellos le va a entregar. Las diversas reacciones de los discípulos muestran un profundo estudio psicológico. Destaca el grupo de apóstoles situados justo a la izquierda de Jesús (desde el punto de vista del espectador). Pedro, sujetando un cuchillo (en una posición un tanto forzada), toca a Juan en el hombro y le pregunta al oído a quién se refiere Jesús, mientras Juan se inclina para escucharle. Entre ellos se encuentra Judas Iscariote, que esta vez no es representado en solitario como venía siendo habitual. Revela su traición solo en el gesto nervioso con el que sujeta la bolsa de monedas.
Leonardo da Vinci, Última cena
Leonardo da Vinci, La última Cena (Convento de Santa María de las Gracias, Milán)
Imagen en Wikimedia Commons. Dominio público.

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Leonardo da Vinci, La Gioconda
Imagen en Wikimedia Commons. Dominio público.

7.18. Leonardo da Vinci, La Gioconda o Monna Lisa (hacia 1503-1506)

Este busto es sin duda uno de los retratos más famosos e icónicos del arte universal. Se conserva en el Museo del Louvre (París). Es un pequeño óleo sobre tabla en el que se representa el retrato de la florentina Lisa Gherardini, esposa de Francesco Giocondo y por ello apodada Gioconda. La Gioconda aparece silueteada, y posteriormente difuminada, sobre un paisaje misterioso, de atmósfera vaporosa. De nuevo, por tanto, Leonardo recurre al sfumato para lograr la perspectiva aérea y crear una atmósfera peculiar. Pero lo más interesante del cuadro es la forma en que consigue dar vida a las facciones del rostro y otorgarle una expresión enigmática, sobre todo gracias al juego combinado de los ojos y la boca, en la que se esboza apenas una sonrisa.

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7.19. Rafael, La escuela de Atenas (hacia 1509-1511)

En 1508 el Papa Julio II convocó a Rafael al Vaticano para decorar las Estancias Vaticanas. Rafael diseñó un impresionante programa ornamental, del que sólo ejecutó personalmente la primera estancia, la Stanza della Segnatura. En sus cuatro paredes pintó impresionantes frescos en los que aparecen representadas las cuatro grandes ramas de los estudios humanísticos: la Jurisprudencia, la Poesía, la Teología y la Filosofía. Destaca esta última representación, a la que se da el nombre de La escuela de Atenas (hacia 1509-1511).

En una impresionante perspectiva arquitectónica de formas renacentistas, que muchos han relacionado con el proyecto original de la basílica de San Pedro, la composición se centra en Platón, que señala al cielo como símbolo de la metafísica, y Aristóteles, que extiende su mano hacia adelante, hacia el mundo sensible. En torno a ellos, reunidos en grupos, se dispone la plana mayor de los filósofos e investigadores de la Antigüedad clásica. Por ejemplo:

  • Sócrates, con túnica verde, enumera sus argumentos contando con los dedos.
  • Pitágoras escribe en un gran libro, mientras un discípulo sujeta para él una pizarra. Los signos que aparecen en ella muestran la relación que Pitágoras establecía entre la armonía de la música, la de los números y la del universo.
  • El astrónomo Ptolomeo, de espaldas y con una corona de rayos, sostiene un globo terráqueo (¡Ya sabía perfectamente que la Tierra es redonda!)

Destacan el equilibrio de la composición, perfectamente armónica y simétrica pese a la apariencia de desorden, así como los vibrantes colores y el estudio psicológico de los filósofos.

Rafael, La Escuela de Atenas
Imagen en Wikimedia Commons. Dominio Público.

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7.20. Miguel Ángel, Frescos de la Capilla Sixtina (1508-1541)

La contribución más importante de Miguel Ángel a la Historia de la pintura son los frescos que realizó para la Capilla Sixtina, en los Palacios Vaticanos (Roma). Esta obra se realizó en dos fases:

  • Bóveda de la Capilla Sixtina (1508-1512). El Papa Julió II le encargó decorar con frescos el techo bajo e irregular de la Capilla Sixtina, cuyas paredes ya estaban repletas de magníficos frescos. Miguel ángel elevó ópticamente este techo articulándolo mediante grandiosas pilastras fingidas. Entre ellas alternó las monumentales figuras de las sibilas y los profetas. En las secciones triangulares de bóveda que quedan entre ellos representó a los antepasados de Jesús. En el centro del techo, las pilastras se unen mediante arcos fingidos que compartimentan el espacio en nueve tramos rectangulares, separados por desnudos y tondos. En cada tramo introduce una escena del génesis, entre la creación del hombre y su caída. El tratamiento del volumen y los cuerpos, así como la composición, convierten a esta obra en una de las obras cumbres de la Historia del Arte.
  • El Juicio Final (1535-1541). En 1535 Miguel Ángel recibió del Papa Clemente VII el encargo de coronar su obra plasmando en el muro del fondo el Apocalipsis. Miguel Ángel pintó una obra grandiosa, en la que la terribilità alcanza su cumbre. Las trompetas del Juicio Final resuenan. Jesús aparece en el centro de la composición, como un juez enérgico, cuyo poder es subrayado por su actitud y su vigor físico. Para mostrarlo Jesús aparecía originalmente desnudo (la tela que lo cubre es un añadido posterior de otro pintor). Junto a Jesús aparecen María y un grupo de santos. A la derecha de Jesús los elegidos suben al cielo sostenidos por ángeles. A su izquierda los condenados caen hacia el infierno, donde los aguarda Caronte con su barca. En la parte superior unos ángeles portan los símbolos de la Pasión. El conjunto crea una composición muy dinámica, en la que los conjuntos de cuerpos desnudos se vertebran en varios niveles siguiendo un flujo de movimientos ovalado.

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El Greco, El expolio de Cristo
El Greco, El expolio de Cristo (1577-1579. Óleo sobre lienzo. Catedral de Toledo)
Imagen en Wikimedia Commons. Dominio público.

7.24. El Greco, El expolio de Cristo (1577-1579)

Se trata de un óleo sobre lienzo, que le fue encargado para el vestuario de los canónigos de la Catedral de Toledo. Jesús aparece rodeado de soldados y sayones, observado desde una perspectiva elevada que hace que las cabezas de los sayones situados detrás sobresalgan por encima de la cabeza de Cristo. Esta atrevida composición fue considerada por los clientes como contraria a la jerarquía de la imaginería sagrada, lo que provocó un serio conflicto con el artista. Su uso del color y el dibujo también rompen con la tradición local. Destaca en particular el vibrante colorido, que alcanza su cima en el rojo de la túnica de Cristo, reflejado en la coraza de Longino, que domina desde su centro la composición. Por otra parte, se advierte ya el canon estilizado del Greco y la profunda espiritualidad presente en la expresión de Cristo.

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El Greco, El martirio de San Mauricio
El Greco, El martirio de San Mauricio (1580-1582. Óleo sobre lienzo. Monasterio de San Lorenzo de El Escorial)
Imagen en Wikimedia Commons. Dominio público.

7.25. El Greco, El martirio de San Mauricio y la legión tebana (1580-1582)

Es un óleo sobre lienzo. Fue un encargo de Felipe II para el monasterio del Escorial. Relata la leyenda del martirio de S. Mauricio y los numerosos legionarios cristianos que le seguían, muertos por negarse a sacrificar a los dioses paganos. Destaca de nuevo el colorido, así como la elegancia y el atrevimiento de la composición, que relega el martirio a un segundo plano, centrándose en un primer plano en los momentos previos a aquel, cuando los soldados deciden no sacrificar. En la parte superior se contempla un rompimiento de gloria. Esta composición no gustó a Felipe II, que hubiera deseado centrar la imagen en el martirio, de acuerdo a la preceptiva canónica. Ello le cerró las puertas de la Corte.

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7.26. El Greco, El entierro del Conde de Orgaz (1586-1588)

Es un óleo sobre lienzo, que le fue encargado por el párroco de la iglesia toledana de Santo Tomé, que había ganado un pleito a los vecinos de Orgaz, obligados a pagar un canon a esta Iglesia, donde el Señor de Orgaz estaba sepultado desde 1323. El cuadro, de grandes dimensiones, ilustra la leyenda fundacional de la iglesia, según la cual, en agradecimiento por haber fundado un convento agustino dedicado a San Esteban, este y S. Agustín habían bajado del cielo para enterrar al Conde de Orgaz en Santo Tomé.

Destaca la composición del cuadro, que se fragmenta horizontalmente en dos registros. En el inferior, San Esteban y San Agustín entierran al Señor de Orgaz, rodeados de un cortejo fúnebre, en el que quedan retratados algunos de los principales personajes de la sociedad toledana de su tiempo, vistiendo, al igual que el difunto, a la moda contemporánea. En el registro superior se advierte un rompimiento de gloria, con Cristo, la Virgen y San Juan Bautista, rodeados de santos y ángeles. Hacia ellos se eleva un ángel portando el alma del difunto, representada como una figura vaporosa.