Saltar la navegación

7.4.1. La arquitectura renacentista en España

En arquitectura podemos distinguir tres estilos que predominan sucesivamente: el plateresco, el purismo y el clasicismo herreriano.

a) El estilo plateresco

Predomina en el primer tercio del siglo XVI. Se caracteriza por la exuberancia de la ornamentación, consistente en cubrir las fachadas de paneles en relieve de grutesco (motivo decorativo de origen romano formado por candelabros verticales en los que se entrelazan multitud de elementos vegetales y arquitectónicos, así como figuras humanas, animales y fantásticas), sin relación con la estructura arquitectónica. Si bien se toma este elemento decorativo del Renacimiento italiano, el gusto por la suntuosidad y la falta de sentido de la proporción clásica refleja la tradición del último gótico español. El nombre plateresco viene de la comparación de este estilo con el arte de los orfebres y plateros. Entre sus ejemplos podemos destacar la portada de la Universidad de Salamanca o la fachada plateresca del Ayuntamiento de Sevilla.

b) El purismo

Predomina en los años centrales del siglo XVI. Se caracteriza por la correcta asimilación de los elementos y proporciones clásicas, no solo en la decoración sino también en la propia estructura del edificio. Además, la decoración se simplifica, haciéndose cada vez más severa bajo la influencia de Bramante.

Entre sus ejemplos podemos destacar el Palacio de Carlos V en la Alhambra de Granada, realizado por Pedro y Luis Machuca (1527-1571). Pedro Machuca, que había trabajado en el Vaticano como pintor, proyectó este palacio situado en el corazón de la Alhambra, que Carlos V nunca llegó a habitar. El arquitecto diseñó una planta central, inscribiendo en un cuadrado un gran patio circular, inspirado en el que Bramante había proyectado para San Pedro in Montorio. Está rodeado de dos pisos de galerías con columnatas bajo arquitrabe, superposición de órdenes dórico y jónico, pesada barandilla en el segundo piso y bóveda anular. Al exterior diseñó una fachada de dos pisos, con almohadillado en el primero, pilastras jónicas en el segundo y dos portadas triunfales en las fachadas opuestas. Luis Machuca completó la obra.

c) El clasicismo herreriano

Predomina en el último tercio del siglo XVI. Se debe a la influencia de Juan de Herrera (1530-1597), arquitecto de Felipe II. Este impone un estilo de una extrema sobriedad decorativa, basado en proporciones matemáticas y destinado a mostrar una grandiosidad austera.

Un edificio impone el estilo: el Monasterio de San Lorenzo el Real en El Escorial (Madrid) (1563-1584). El Monasterio de San Lorenzo era un proyecto de Felipe II, que deseaba unir en él las funciones de palacio, panteón y convento jerónimo, subrayando el papel del Rey como defensor de la fe católica frente a la amenaza turca y el luteranismo. En un primer momento el proyecto fue encargado a Juan Bautista de Toledo.

Juan de Herrera, buen conocedor de la arquitectura italiana, modificó las trazas originales creando un conjunto armónico de volúmenes construido de acuerdo a estrictas proporciones matemáticas. En la planta adopta la forma de parrilla, instrumento de martirio de S. Lorenzo. La planta es absolutamente simétrica. El eje de simetría lo constituye el Patio de los Reyes y la basílica, en la cabecera. Todas las dependencias se agrupan en torno a dos grandes patios a sus lados. El salón del trono se sitúa en el mango de la parrrilla, el Panteón bajo el altar mayor y las habitaciones reales rodean el presbiterio para permitir a Felipe II oír misa desde ellas. La decoración es sobria, reduciéndose a pirámides y bolas en los remates y a pilastras, frisos y cornisas de orden toscano. El conjunto destaca por su austeridad grandiosa.